martes, 2 de noviembre de 2010

Calaveritas II

Y de plato fuerte, la de este año:

La Venganza de la Catrina

Cuando otro 2 de Noviembre se avecina,
sobre Purdue apareció altiva La Catrina.
Caminando con marcada elegancia y soltura,
de llevarse alguno a la tumba, siempre segura.

“Quienes de mi han creído haber escapado,
esperen a ver lo que les tengo preparado.
Hasta aquí ha llegado el conteo de sus días,
mas no crean que se van con la manos vacías.”

“¿Cómo?”, los Fulbrighters respondieron indignados.
“¡Si a la tortura de ‘gradschool’ estamos confinados!
Los proyectos y tareas se apilan sin cesar,
¡de algunos instantes déjanos disfrutar!”

“¡Ilusos!, no hay forma que encuentren salida;
ya verán cómo puedo ser muy persuasiva.”
Dijo mientras una sonrisa parecía esbozar,
“A cada uno haré una oferta que no podrá rechazar.”

Kate, siempre paciente, fue la primera en hacerle cara,
hasta que viendo que del otro lado Clooney la esperaba,
“¡Papacito!” fue lo único que se oyó cuando corría,
mientras La Parca en la mira a su siguiente víctima tenía.

No podía ser otro que Erick y su grandísima suerte,
que lo acompañaba de la cuna a la escuela y la muerte.
Le ofrecería un cigarro, pero decía el vicio haber dejado.
Le ofrecería una cerveza, pero ya estaba condenado.

La Calaca le expuso a Mara que con ella estaba indignada,
por descuidar la sucursal del averno que tenía encomendada.
Hicks debía retomar como su perpetuo hogar,
con sus respectivos descansos, para Salsa ir a bailar.

“No entiendo” dijo Khalid con picardía y desfachatez,
aunque cualquier reproche suyo carecía de validez.
Igual a lo más recóndito y profundo fue a parar,
rodeado de mujeres y laptops para ‘facebook’ revisar.

Ernesto resultó de los más fáciles de convencer:
por problemas de dinero, pacto con el diablo tuvo que hacer.
No obstante, le mejoraron substancialmente toda premisa,
deslavando el infierno para que combinara con su camisa.

En su turno, Mari tampoco puso mucha resistencia,
dejando muy en claro que tenía una sola exigencia.
Con más ganas de largarse de Lafayette no podía estar,
con tal de irse con Fausto, nada le iba a importar.

Pier, callado, esperaba el momento de emprender la huída,
La Huesuda, atenta, ya le había tomado la medida.
“¿Sabes que allá con banquetes eternos todo es ganancia?
Además bajo tierra, gusanos de mezcal hay en abundancia.”

De antemano sabía a Fernando no iba a encontrar,
teniendo todo calculado, el detalle no la iba a importunar.
En uno de sus múltiples viajes el abismo lo iba a recibir,
estando todo obscuro, de un ‘rave’ no lo iba distinguir.

De esta manera, sobre todo su ley fue imponiendo,
a cuanto Fulbrighter veía, lo acaba seduciendo.
Hasta que Juan fue el único que de esta se salvó,
ya que de alguna forma, a La Muerte se le olvidó.

Así es como la historia de estos estudiantes termina,
más que remedio, se disfruta mientras se tenga vida.
No hay razón para sentirse desconsolado por ello,
pues a cada situación hay que verle el lado bello.

2 comentarios:

  1. De pilón, aquí va una que me compuso mi hermano:

    Estaba Pierito intentando
    escribir sus calaveras,
    cuando se fue percatando
    que la muerte le llegó de adeveras.

    El muy ingenuo creía
    que mucho tiempo le sobraba
    de los deadlines se reía
    y por eso se lo cargó la chingada.

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  2. Genial Pier!! Increíble! que imaginación y buen humor!! ja ja

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